Mar del Plata, 30 de junio de 2015.
Al Presidente del
H. Concejo Deliberante
Sr. Ariel Ciano
S------------/------------D
VISTO:
La existencia de espacios públicos del Partido de General Pueyrredón,
llamados “Julio A. Roca”.
CONSIDERANDO:
Que Julio A. Roca fue un político y militar argentino, máximo
representante de la Generación del Ochenta.
Que se conoce como Generación del Ochenta a un grupo de intelectuales
y políticos argentinos, que gobernaron la República Argentina a través del
Partido Autonomista Nacional, durante aproximadamente treinta años.
Que este grupo aristocrático mantuvo su posición privilegiada, durante
la consolidación del Estado Argentino, a través del fraude electoral, así
como otras maniobras espurias, apoyados en privilegios económicos y
sociales.
Que debido a diversas decisiones políticas llevadas a cabo por Roca,
no puede ser llamado Prócer de la Patria, ya que gran parte de las acciones
más infames de nuestra historia, fueron perpetradas bajo su comando.
Que durante años, el ex Presidente Roca, fue homenajeado como uno de
los integrantes del “Panteón Histórico de Próceres”, debido a haber sido
quién ideó, lideró y concretó, la operación táctica-militar conocida como
“La Campaña del Desierto”.
Que al mencionar a “La Campaña del Desierto”, haremos referencia a las
empresas militares realizadas entre los años 1879 al 1885.
Que para llevar a cabo este plan, el 4 de octubre de 1878 fue
sancionada la ley N° 947, que destinaba 1.700.000 pesos para el
cumplimiento de la ley de 1867, ordenando llevar la frontera controlada
efectivamente por el Estado argentino hasta los ríos Negro, Neuquén y
Agrio.
Que producto de las nuevas corrientes historiográficas surgidas en
nuestro país, se ha demostrado de manera fehaciente, que la campaña
anteriormente mencionada, fue perpetrada con el único objeto de garantizar
tierras y riquezas agrarias, a los altos mandos del Ejército Argentino, y a
la Oligarquía Terrateniente.
Que luego de finalizada la “Campaña del Desierto”, comenzó el dominio
del latifundio en la República Argentina, ya que se repartieron 41 millones
de hectáreas a 1843 terratenientes.
Que fueron entregadas, por ejemplo, 2.500.000 hectáreas al entonces
presidente de la Sociedad Rural José María Martínez de Hoz, bisabuelo de
quién fuera Ministro de Economía durante la última Dictadura Cívico-
Eclesiástico-Militar.
Que gracias al desarrollo de este accionar militar, a expensas del
Estado Argentino, fueron favorecidas un escaso grupo de familias que hoy
continúan disfrutando los beneficios económicos y sociales, tales como los
Pereyra Iraola, los Oromí, los Unzué, los Anchorena, Amadeo, Miguens, Real
de Azúa, Leloir, Temperley, Llavallol, Arana, Casares, Señorans, Martín y
Omar.
Que es de público conocimiento que los territorios afectados por el
desarrollo de este plan militar, lejos estaban de asimilarse a un desierto,
ya que existían incontables comunidades originarias que habitaban su suelo.
Que no es posible justificar la matanza de los nativos, perpetrada
por el Ejército Argentino, escudándose en que era la única alternativa para
integrar estas zonas geográficas al Territorio Nacional Argentino.
Que existen en Latinoamérica, durante el mismo período histórico,
otros casos paradigmáticos de integración de Comunidades Originarias a los
modelos de Estado-Nación, tales como el Modelo Integracionista Mexicano, o
el Proceso de Integración Peruano.
Que durante la Gobernación del Brigadier General Don Juan Manuel de
Rosas, en la Provincia de Buenos Aires, la paz en la frontera fue mantenida
mediante la realización de “pactos” con los Caciques de estos pueblos y
otros mediadores indígenas llamados “indios amigos”.
Que estas prácticas llevas a cabo por “El Restaurador” Rosas
demuestran la posibilidad de diálogo y consenso, que se podía producir con
los nativos de la Patagonia.
Que de esta forma, se hace imposible argumentar a favor de la
necesidad de llevar a cabo prácticas de exterminio por parte del Estado
Argentino.
Que según cálculos de la época, realizados por el Departamento de
Guerra y Marina en 1879, “se tomaron prisioneros cinco caciques principales
y uno fue muerto (Baigorrita), 1.271 indígenas de lanza fueron tomados
prisioneros, 1.313 indios de lanza resultaron muertos, 10.513 indios de
chusma fueron tomados prisioneros, y 1.049 indios fueron reducidos”.
Que se debe considerar que dentro de estos cálculos, no se toman en
cuenta las posteriores campañas realizadas entre 1880 y 1885, durante la
Presidencia de Roca, así como tampoco se tienen en cuenta a las poblaciones
indígenas que no tomaron parte de manera activa en el conflicto (mujeres y
niños).
Que puede observarse el racismo presente en el pensar y accionar de
quién comandó esta campaña, según se desprende de los dichos del mismo
Roca, al afirmar que “La ola de bárbaros que ha inundado por espacio de
siglos las fértiles llanuras ha sido por fin destruida... El éxito más
brillante acaba de coronar esta expedición dejando así libres para siempre
del dominio del indio esos vastísimos territorios que se presentan ahora
llenos de deslumbradoras promesas al inmigrante y al capital extranjero”.
Que las matanzas acaecidas eran justificadas en documentos emitidos
por el Congreso de la Nación durante esos años, donde se hablaba de
“exterminar a los indios salvajes y bárbaros de Pampa y Patagonia”.
Que las masacres llevadas a cabo por el Ejército Argentino, fueron
aceptadas gracias al desarrollo de una campaña mediática de influencia en
la opinión pública, tal como se desprende, por ejemplo, de los dichos del
diario La Prensa del 16/10/1878: “La conquista es santa; porque el
conquistador es el Bien y el conquistado el Mal. Siendo Santa la conquista
de la Pampa, carguémosle a ella los gastos que demanda, ejercitando el
derecho legítimo del conquistador”.
Que este tipo de apreciaciones de la época, no pueden ser
argumentadas como parte de la cosmovisión dominante en el contexto
histórico analizado, debido a que existen testimonios, anteriores y
contemporáneos a las campañas, que se oponían a dicho accionar.
Que según palabras del General Don José de San Martín, en uno de sus
más recordados discursos, llama a los indios “nuestros compatriotas”,
mientras arenga a sus tropas a continuar la lucha bajo cualquier condición,
ya que lo fundamental para un futuro próspero y equitativo, es la obtención
de la libertad.
Que producto de las nuevas corrientes historiográficas revisionistas,
esta campaña es considerada como un genocidio, debido a numerosas prácticas
realizadas de manera infame por el Ejército Argentino.
Que según los dichos del Doctor Raul Zaffaroni, "el genocidio tiene
muchas singularidades. Una de ellas es que requiere del consentimiento o
indiferencia de un sector de la población. Otra, que ocurre con técnicas
meramente policiales. Y cuando lo ejecutan fuerzas armadas lo hacen en
función policial. Se fabrica al enemigo y se lo elimina, de eso se trata".
Que tal como se desprende del “Estatuto de Roma” de la Corte Penal
Internacional (1998-2002), así como de la “Convención para la Prevención y
la Sanción del Delito de Genocidio” (1948), se define al genocidio como un
delito internacional que implica “cualquiera de los actos perpetrados con
la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional,
étnico, racial o religioso como tal”, comprendiendo la “matanza y lesión
grave, a la integridad física o mental de los miembros del grupo,
sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de
acarrear su destrucción física, total o parcial, medidas destinadas a
impedir nacimientos en el seno del grupo, traslado por la fuerza de niños
del grupo a otro grupo”.
Que se encuentran documentadas aquellas prácticas asimilables al
genocidio, perpetradas bajo el comando del General Roca, tales como:
a) Ataques a tolderías con mujeres y niños solos, en momentos en que
los hombres adultos estaban en otras partidas.
b) Instalación de campos de concentración en las actuales Valcheta,
Chichinales, Chimpay y Junín de los Andes.
c) Separación y ruptura de núcleos familiares.
d) Traslados por la fuerza de los prisioneros, caminando hasta Carmen
de Patagones, en donde los embarcaban rumbo a la isla Martín García
(Recorrido de 1000 km).
e) Traslados forzosos de familias a otros sitios dentro del
territorio, ocurridos de manera posterior a la campaña, llevados a
cabo por la “policía de frontera”.
f) Cambio de sus nombres por otros españoles, de manera que no
pudieran reconstruir su identidad familiar.
Que dentro de los Territorios que abarcaban las actuales provincias de
La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz, se calcula que habitaban
entre 50.000 y 60.000 pobladores originarios, y que luego de finalizado el
exterminio militar, la suma de pobladores descendió a menos de 30.000,
siendo una gran parte de los sobrevivientes, destinados a prestar trabajos
en condiciones de servidumbre.
Que fue bajo el comando del General Roca, que casi setenta años
después de que hubiera sido eliminada la esclavitud por la Asamblea del año
XIII, se hayan restablecido los antiguos métodos de dominación y exterminio
a la libertad.
Que estas afirmaciones pueden ser corroboradas a través de los avisos
publicados en los diarios de la época.
Que, por ejemplo, el diario “El Nacional” del 31-12-1878 publica un
aviso de “Entrega de indios”, y dentro de su texto explicita que “Los
miércoles y los viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las
familias de esta ciudad, por medio de la Sociedad de Beneficencia”.
Que dentro del mismo diario porteño anteriormente mencionado, se
relata como se producían las entregas de estos “Bárbaros” a sus nuevos
“Dueños Civilizados”, tal como se desprende del siguiente relato: “Llegan
los indios prisioneros con sus familias. La desesperación, el llanto no
cesa. Se les quita a las madres indias sus hijos para en su presencia
regalarlos a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que hincadas
y con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco
humano, unos indios se tapan la cara, otros miran resignadamente el suelo,
la madre india aprieta contra el seno al hijo de sus entrañas, el padre
indio se cruza por delante para defender a su familia de los avances de la
civilización”
Que la zona geográfica-espacial, conocida como la Patagonia, fue un
espacio especialmente prolífico para la cría de ganado ovino, del cual se
extraía la lana, una de las materias primas de mayor demanda durante los
años en que acaeció esta operación.
Que aquellas comunidades que habitaban el suelo americano son llamadas
Pueblos Originarios, designación asignada como un reconocimiento a sus
orígenes y cultura.
Que para el paradigma Positivista, dominante durante la época de la
expedición militar de Roca, era tarea del “Hombre Civilizado” exterminar la
“Barbarie”, y estas comunidades preexistentes se erigían como principales
exponentes de la contraposición al progreso Occidental.
Que según palabras del reconocido historiador Grabriel Di Meglio,
durante su presidencia “la desigualdad de ingreso dio un salto muy
significativo; la brecha se amplió como nunca antes y esa marca tan
latinoamericana dejó una impronta muy dura en el país”.[1]
Que producto de lo anteriormente mencionado, para este autor, “Roca
puede ser el constructor del Estado, pero también puede ser, si exageramos
un poco, el padre del subdesarrollo”.
Que fue durante la segunda presidencia de Roca, en el año 1902, cuando
se sancionó la Ley 4.144, conocida como la “Ley de Residencia” o “Ley
Cané”.
Que el principal objetivo de esta ley, era permitir y habilitar al
Gobierno a expulsar inmigrantes sin juicio previo.
Que este proyecto surgió a partir de un pedido formulado por la Unión
Industrial Argentina al Poder Ejecutivo Nacional en 1899, a raíz del cual
el senador Miguel Cané presentó ante el Congreso de la Nación el proyecto
de expulsión de extranjeros.
Que durante sus 56 años de vigencia se utilizaron diversos "criterios
de expulsión", fundamentalmente dirigidos contra los movimientos de
resistencia obrera.
Que la “Ley de Residencia” se inserta dentro de una serie de medidas
represivas promovidas por los sectores terratenientes e industriales, en
ese entonces en el Gobierno.
Que estas acciones fueron llevadas a cabo por medio del Estado contra
anarquistas, socialistas y activistas obreros en general.
Que esta ley, fue una de las principales armas de la clase dirigente
en una lucha que devino en sucesos como la Semana Trágica de 1919, y la
represión realizada en el sur de nuestro país por el comandante Héctor
Benigno Varela.
Que según dichos del Diario La Prensa del día 6 de mayo del 1903, “se
probó en repetidas ocasiones que los expulsados eran hombres tranquilos y
laboriosos, arraigados de largos años en el país, padres de hijos
argentinos, y a pesar de todo se les arrancó de sus hogares y condenó a sus
familias a la más espantosa miseria”.
Que a partir de acciones como las anteriormente citadas, se dividieron
núcleos familiares, obligando a las mismas a llevar a cabo tareas de escasa
remuneración económica, con el objetivo de subsistir.
Que dentro de estos desmembramientos, podemos identificar el inicio de
las desigualdades sociales que regirán la vida de los argentinos durante
gran parte del Siglo XX, perjuicios contra los cuales el Estado Argentino
continúa combatiendo.
Que esta ley, fue derogada en 1958, bajo el mandato presidencial de
Arturo Frondizi.
Que sería un justo e impostergable reconocimiento a los Pueblos
Originarios, masacrados impunemente hasta desplazarlos de sus territorios,
suplantar de los Espacios Públicos el nombre de “Julio A. Roca”.
Que desde hace años, el intelectual argentino Osvaldo Bayer lleva
adelante numerosas acciones tendientes a remplazar el nombre de Roca, así
como el de otros partícipes de nuestro genocidio sureño, de los espacios
públicos de distintas órbitas (nacionales, provinciales, municipales), con
el objeto de reconocer el exterminio y reivindicar la memoria de los
desplazados y masacrados pobladores originarios.
Que desde el 22 de Mayo del 2010, se llevan a cabo Congresos
Nacionales denominados “Desmonumentar a Roca” al cual concurren
delegaciones de todo el país de docentes, estudiantes, trabajadores,
miembros de instituciones culturales, representantes de los pueblos
originarios y todos los que quieran participar.
Que en la República Argentina, desde el 25 de Julio del año 2012, fue
remplazado el billete de cien pesos en circulación oficial, donde antes
figuraba la imagen del General Julio “Argentino” Roca, por un nuevo diseño
homenajeando a Eva Duarte de Perón.
Que es una obligación del Estado, ya sea Nacional, Provincial o
Municipal, combatir cualquier reconocimiento que se le otorgue a aquellos
que perpetraron matanzas, y que disfrutaron los privilegios de su
impunidad.
Que es un compromiso del Estado Nacional, acabar con cualquier
vestigio de reconocimiento al genocidio, debido a que la convalidación de
este tipo de prácticas, ha llevado al pueblo argentino a sufrir etapas tan
oscuras como siniestras, apartadas del camino democrático.
Que la memoria colectiva es una construcción conjunta, la cual debe
ser fomentada desde las diversas esferas públicas, para de esta forma
garantizar un justo acceso a la información, y un sincero tratamiento de
los hechos ocurridos durante los diversos procesos históricos nacionales.
Que el Honorable Concejo Deliberante del Partido de General Pueyrredón
ha tomado en numerosas oportunidades, la firme decisión de erigirse como
cuerpo legislativo de referencia nacional, al defender reivindicaciones
histórico-culturales, siempre que tiendan a fomentar prácticas democráticas
sanas e igualitarias.
Que bajo el nombre de Anexo N°1, se adjunta una justificación desde el
plano socio-cultural, sobre la importancia de configurar nuevos procesos
reivindicatorios.
Por todo lo expuesto, el Bloque de Concejales del Frente para la
Victoria eleva el siguiente proyecto de:
ORDENANZA
Artículo 1.- Desplácese de manera definitiva, el nombre de “Julio A. Roca”
de cualquier espacio público del Partido de General Pueyrredón.
Artículo 2.- Sustitúyase el nombre del ex presidente de los sitios que
corresponda, siendo utilizada como nueva denominación la de “Pueblos
Originarios”.
Artículo 3.- Facúltese al Departamento Ejecutivo del Municipio, a destinar
los fondos necesarios para la renovación de carteles, placas y otras formas
de reconocimiento, existentes en la Jurisdicción Municipal.
Artículo 4.- Encomiéndese al Departamento de Ingeniería de Tránsito,
dependiente del ENOSUR, la nueva señalización con el nombre de las calles
conforme los artículos precedentes de esta ordenanza.
Artículo 5.- Encomiéndese a la Secretaría de Educación Municipal, al
Dipregep y al Ministerio de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos
Aires, con el objeto de que el tema sea tratado en todos los niveles
educativos.
Artículo 6.- De forma, etc.
ANEXO N°1
- REFLEXION SOCIO-CULTURAL -
Las calles, plazas y monumentos hacen parte de nuestra vida.
Estas se configuran como las páginas de un libro de historia. Su nombre,
refleja la manera de ver que tenemos del mundo, y a su vez el pensamiento
que nosotros queremos plasmar en su nominación. A través de esto,
aludimos a figuras destacadas, hecho que implica un homenaje al pasado.
Por ello, constituyen un impacto trascendente de información, un canal de
transmisión cultural permanente.
De la nominación de los espacios públicos de nuestra ciudad,
se desprende el criterio que sus habitantes tengamos de la historia. Al
nombrar cualquiera de los mismos, manifestamos el reconocimiento o la
negación que tengamos de los derechos constitucionales, de los derechos
humanos, del respeto a las diferentes nacionalidades y/o comunidades que
la habitan.
Los nombres establecidos van incorporándose por años como
representativos o valiosos, de hechos trascendentales de nuestro país. Su
efecto es semejante a toda publicidad que quiera instalar un producto. Por
ello, es importante detenernos como comunidad, y reflexionar sobre este
tema.
Así, el tiempo nos va gravando naturalmente como personas
dignas de respeto, los nombres de represores, asesinos, usurpadores,
violadores y ladrones de tierras. Es así como se permite a su vez, que los
grandes relatos de una vieja historia oficial siga convirtiendo en próceres
a traidores, exaltando genocidios que hicieron desaparecer pueblos
enteros.
Peligrosamente, estamos mirando para otro lado, dejando que
nuestros niños y jóvenes acepten el honrar crímenes de lesa humanidad,
bendiciendo nuestra urbe con sus nombres. Si bien se está reviendo la
historia desde el gobierno nacional, cada uno de nosotros debe
contribuir a que aparezca la verdad de los vencidos, de los que no
pudieron contar los crímenes y masacres, de los que sufrieron en sus
tierras. Esto se impone como una reivindicación necesaria para nuestras
comunidades originarias, en pos de aquellos que aún hoy son oprimidos en
zafras, expulsados y expropiadas sus tierras, discriminados y
desvalorizados por su piel.
Cuando transitamos por la calle Roca en la ciudad, día a día
incorporamos ése nombre como perteneciente a una figura que realizó hazañas
o que contribuyó a que nuestro país fuese un lugar mejor, actuando así
como una publicidad que se va grabando y a la que nos acostumbramos,
aceptando naturalmente esta historia contada por los que vencieron.
Es necesario trabajar para ayudar a que nuestra comunidad se forme en
valores humanos, respetuosos de la vida del otro, aceptando y respetando
las diversidades de piel, de raza, de religión y de cultura. Constantemente
demostramos nuestro respeto por los países europeos, y mientras que en
nuestra ciudad se realizan siempre festividades a sus colectividades, no se
trata con el mismo respeto ni existe similar reconocimiento para las
comunidades originarias, que permanecen invisibles a los ojos de nuestra
Mar del Plata.
Dejemos a nuestra posteridad un ejemplo de que quienes desean
construir una ciudad respetuosa de los derechos humanos, la justicia y la
verdad, se ocupan y preocupan por reivindicar los nombres de quienes
realmente lo merecen. Si ya no hay militares genocidas en las paredes de la
ESMA, dejemos también nuestras plazas y calles libres de homenajes cargados
de muerte.
Deseamos que nuestros jóvenes puedan conectarse con la historia,
reconociendo y respetando a las comunidades ancestralmente instaladas en
estas tierras, que fueron despojadas de sus viviendas, sus familias, sus
lenguas, su religión, y que hubieran merecido el mayor de los respetos. En
un homenaje y reconocimiento a tanto sufrimiento, quitemos el nombre del
asesino Roca, en honor a todas las comunidades que sufrieron tan atroces
castigos, y cuyos descendientes viven en nuestro municipio.
Recordemos a los que nos antecedieron en esta tierra y que enseñaron
a sus hijos a cuidarla, que como dice un proverbio mapuche, “nadie es dueño
de la tierra, la recibe en préstamo cuando nace y la debe devolver a la
naturaleza más próspera y fértil”.
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[1] “Roca y la nostalgia Aristocrática”, Gabriel Di Meglio, Telenoticiosa
Americana (Télam), 20/10/2014
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Mar del Plata
BLOQUE FRENTE PARA LA VICTORIA
Municipalidad del Partido de General Pueyrredon
Departamento Deliberativo